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| Diogenes escondido en su barril, por John William Waterhouse |
Fue allá el criado, dio los tres sestercios y cumplió el encargo de su amo. Diógenes metió el dinero en su bolsillo y dijo: «Di a tu amo la siguiente máxima: En todas tus obras, ten la vista fija en el fin.»
Tanto gustó a aquel señor esta máxima, que la hizo esculpir con letras de oro en la puerta de su casa, para despertar en sí mismo y en cuantos entrasen por ella el recuerdo de su propio fin.
Nadie, empero, ha recordado tan a menudo y con tanta eficacia a los hombres su último fin como Jesucristo. Pluguiera a Dios que todo cristiano lo tuviera siempre ante los ojos.
Spirago Francisco, Catecismo en ejemplos, Editorial POLÍGLOTA, T. 1,
Barcelona 51941, p. 7-8.
