Ser devoto de María Santísima es señal segura de salvación. A quien Dios quiere hacer muy santo, lo hace muy devoto de la Virgen María.
San Alfonso de Ligorio
| Estatua de la Muerte en la Catedral de Trier |
Recamier, el célebre médico, estaba atendiendo a un moribundo. Le hablaban de confesión al pobre enfermo pero éste se enfurecía, y había que cambiar de tema. El médico se fue y pidió a varias personas devotas que le ayudaran con sus avemarías a convertir aquel enfermo. Un sacerdote se ofreció aquel día rezar el Rosario por ese pecador, y varias monjitas también.
Esa noche cuando con su familia, Recamier había terminado de rezar sus oraciones de la noche, los invitó a rezar tres avemarías por su moribundo. Los familiares aceptaron.
Al terminar se sintió un ruido estridente: era el reloj de la pared, al que se le había reventado la cuerda. Eran las ocho y treinta.
Al día siguiente volvió nuestro médico al lecho del enfermo. Encontró a todos muy consolados: “Anoche a las ocho y treinta el mismo enfermo pidió confesor y se reconcilió con Dios -dijeron los familiares-. Luego recibió la Sagrada Comunión. El enfermo estaba feliz. Toda la noche estuvo rezando con gran fervor. Esta mañanita se fue durmiendo y murió tranquilamente como persona que está en paz con Dios”.
El Dr. Recamier les dijo entonces: “Ya desde hacía tres días debería haber muerto pues los pulmones no le funcionaban. Pero en su vida había rezado siempre a la Virgen cada noche sus tres avemarías y llevaba la medalla de Nuestra Señora. Por eso, aunque médicamente debería estar muerto, la Santísima Virgen hizo que la muerte esperara y no llegara antes de que él se confesara y comulgara. La Madre de Dios no deja condenar a sus devotos.”
Ojalá todos pudieran antes de expirar reconciliarse con Dios por medio de la Iglesia, recibiendo los Sacramentos. Es el camino ordinario y seguro hacia la eterna salvación. María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que acudimos a ti.
Adaptación según: P. Eliécer Sálesman, Ejemplos marianos,
Editorial Centro Don Bosco, Bogotá, 7° Edición, p. 76-78.