SU PROFUNDA FE RELIGIOSA Y LA TENACIDAD PARA CONFESAR SU FE
Hoy vemos cómo se desgarra, sin piedad, a sí mismo, el hombre que se alejó de Dios. Vemos cómo se desmorona indefectiblemente la torre de Babel de la cultura moderna cuando se quita de entre los sillares la argamasa del cristianismo.
Hubo un célebre químico italiano, Estanislao
Canizzaro, premio Nobel, fallecido en 1910. Se dio a conocer no sólo por su
ciencia, sino también por su profunda vida religiosa y su tesón en confesar su
fe. En cierta ocasión se jactaba delante de él un diputado incrédulo del
parlamento de Italia de haber escogido por esposa a una mujer que públicamente
pregonaba y defendía el ateísmo y las doctrinas más disparatadas. El célebre
químico escuchó silenciosamente durante un rato, pero al fin interrumpió a su
interlocutor:
—¿Me permite una pregunta, querido diputado? Si
su esposa llega a ser madre, ¿qué es lo que enseñará a sus hijos?
Fue tan inesperada esta pregunta, que el diputado no
supo qué responder.
Canizzaro prosiguió:
—Si no hubiera de tomarlo a mal, yo le daría un buen
consejo. Diga usted a su distinguida esposa que estudie el Padrenuestro, a fin
de que pueda enseñárselo a sus hijos el día de mañana. Porque es el mejor
regalo que una madre puede hacer a su hijo para que tenga éste algo de que asirse
en los momentos de crisis que tiene la vida.