Una vez le pregunté a Satanás: "¿Pero por qué te asustas más cuando invoco a Nuestra Señora que cuando invoco a Jesucristo?" Me contestó: "Porque me humilla más ser derrotado por una criatura humana que ser derrotado por Él".
P. Gabriele Amorth
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| San Miguel Arcángel combatiendo al diablo, Anónimo, 2. mitad del siglo 18 |
A las 10.30 de la mañana del 14 de noviembre de 1921 un obrero llamado Luciano Pérez depositó un ramo de flores en altar mayor de la antigua basílica de Guadalupe. Aquella ofrenda floral contenía una carga de dinamita.
Luciano salió tranquilamente del templo y, a los pocos minutos, la bomba hizo explosión a escasos metros de la urna que contenía la tilma original del indio Juan Diego.
Los destrozos fueron muy considerables. La explosión demolió la casi totalidad de las gradas de mármol del citado altar mayor, los candeleros, todos los floreros, los cristales de la mayor parte de las casas cercanas a basílica y dobló un Cristo de latón como si fuera de goma...
Inexplicablemente —y aquí recurro al testimonio de un especialista en criminología como es el profesor Bermúdez—, «ni siquiera se quebró el cristal que cubría la imagen de la Virgen y que se hallaba muy próxima al foco de la detonación. El suceso —concluyen los especialistas— no puede ser explicado científicamente».
(...)
J. J. Benítez, El misterio de Guadalupe. Sensacionales descubrimientos en los ojos de la Virgen mexicana, Editorial PLANETA, 3° reimpresión, Colombia 1995, p. 44.
