Quidquid agis prudenter agas et respice finem - hagas lo que hagas, actúa inteligentemente y considerando el fin [hagas lo que hagas, actúa prudentemente y considerando el fin]. 
Anonymus Neveleti (siglo XII) 

Una zorra se cayó y estaba sin remedio en un pozo, pues no disponía de recursos para salir. Un cabrón sediento llegó al pozo, vio a la zorra y le preguntó si el agua era buena. Así que ella, aprovechando la ocasión, exageró la calidad del agua, diciendo que era potable y, encima, lo animó a bajar. Él bajó de un salto, desprevenido, pues solo veía la realización de su deseo. Mientras el cabrón satisfacía la sed, buscaba la zorra la manera de subir. Hasta que dijo la zorra tener planeada la salvación de ambos: 

«Si quieres poner las patas apoyadas contra el muro e inclinar también los cuernos, treparé por el lomo y luego te ayudaré a subir». 

Él se prestó sin dudar a causa de la segunda parte del plan. La zorra saltó por las piernas del cabrón, luego subió por la espalda y, apoyándose en los cuernos, llegó a la boca del pozo. Después escapó. 

Se quejó el cabrón por la transgresión del pacto, y ella, volviéndose, le dijo: 

«Pues si tú tuvieras tantas luces como pelos en la barba, en primer lugar no habrías bajado antes de pensar cómo saldrías». 

También los hombres prudentes deben considerar primero el fin de los actos para, solo luego, llevarlos a cabo. 
Traducción: Júlia Sabaté Font 

Otra traducción del mismo:
LA ZORRA Y EL CABRÓN EN EL POZO 

Una zorra, tras caer a un pozo, quedó allí a la fuerza, incapaz de subir. Y un cabrón, atormentado por la sed, cuando estuvo encima del pozo, preguntó al verla si el agua estaba buena. Ésta, tomándose con calma el contratiempo, se esforzó en alabar mucho el agua, diciendo que era potable, e incluso le invitó a bajar. Éste bajó de un salto, atolondrado, con la sola mira de su deseo, y luego que hubo calmado la sed, consideró la zorra la manera de subir; la zorra afirmó tener pensado algo adecuado para salvarse los dos: 

«Pues si quieres apoyar tus patas delanteras en el muro e inclinar los cuernos, yo, después de saltar apoyándome en tu lomo, te sacaré.» 

Éste se prestó enseguida a su invitación, animado por la segunda parte de la propuesta. La zorra, saltando hacia arriba con sus patas, subió por el lomo y, empinándose sobre los cuernos, subió a la boca del pozo y se alejó. Y como el cabrón le echaba en cara el violar su acuerdo, la zorra volviéndose dijo: 

«¡Anda éste! Si tuvieses seso como pelos en la barba, no habrías bajado antes de pensar el modo de subir.» 

Así, también deben los hombres sensatos tener previsto de antemano el fin de sus acciones, y sólo así ponerlas en práctica. 
Traducción: Pedro Bádenas de la Peña 

Otra traducción del mismo:
LA ZORRA Y EL MACHO CABRÍO

Una zorra que había caído en un pozo llevaba largo rato en él. Un macho cabrío, forzado por la sed, llegó junto al mismo pozo y al verla le preguntó si era buena el agua. Ella, contenta por la coincidencia, se deshacía en elogios del agua, diciendo que era excelente y le animaba a que bajara. Después que bajó despreocupadamente movido por su deseo, apenas hubo apaciguado la sed, miraba con la zorra la forma de subir. Y la zorra, tomando la palabra, dijo: 

«Sé algo útil si lo único que quieres es la salvación de ambos. Así pues, apoya tus patas delanteras en el muro y endereza los cuernos, y yo, luego de trepar por encima, también te sacaré». 

Atendió éste a la propuesta de buena gana y la zorra, escalando por sus patas, lomo y cuernos, llegó hasta la boca del pozo y, tras salir, se alejó. Al reprocharle el macho cabrío que había incumplido el pacto, se volvió y le dijo: 

«Si tuvieras tanta inteligencia como pelos en tu barba, no habrías bajado antes de considerar la forma de subir». 

Así también, los hombres sensatos deben mirar las consecuencias de sus acciones y luego aplicarse así a ellas. 
Traducción: Pedro Bádenas de la Peña