La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos.
CIC 1471
Acontece a menudo que un delincuente condenado a muerte por el tribunal, sea luego indultado de esta pena por el monarca. En este caso, la terrible pena es trocada de ordinario en cadena perpetua, o en 20 años de presidio.
(Lo cual mucha semejanza tiene con la absolución en el sacramento de la penitencia. Mediante aquélla, el pecador queda eximido de una pena eterna, de la condenación eterna, pero subsiste un castigo temporal, un castigo que dura un tiempo más o menos largo, si bien conoce acabamiento.)
En el caso de que el criminal, ya en la cárcel, se comporte como bueno, demuestre obediencia y respeto a los superiores y abrigue propósitos de enmienda, puede suceder que sea nuevamente indultado, y como a cada indulto pasa a una pena más leve, termine por alcanzar la libertad. Los indultos suelen dispensarse en ocasión de sucesos halagüeños en la familia del monarca, como son natalicios de príncipes, bodas, conmemoraciones, etc. No es, pues, imposible que un condenado a muerte alcance su total liberación al cabo de los años.
Mucha semejanza hay entre estos indultos, que vienen tras del inicial que salvó la vida al delincuente, con las indulgencias que dispensa la Iglesia. Estableciendo un paralelismo, el indulto inicial corresponde a la absolución, el uno libró de la muerte del cuerpo, la otra de la muerte del alma, de las penas del infierno. Los indultos que siguieron pueden ser comparados a las indulgencias, porque aquéllos venían a disminuir, poco a poco, una pena que no era irremediable, sino finita y bien determinada, y éstas aminoran la pena temporal que nos es forzoso expiar en el purgatorio hasta que, ya libres de toda mácula, seamos acogidos en el paraíso.
(Spirago 4, 1809, 2° Edición)