El año 589 Roma fue desolada por una peste famosa, en que los hombres caían muertos estornudando. Para detener los estragos de este azote, San Gregorio el Grande trajo en procesión por toda la ciudad la imagen de santa María la Mayor. Entonces vio en el aire sobre el lugar llamado ahora castillo Santo Ángel, un ángel que metía en la vaina una espada ensangrentada. Oyó también espíritus bienaventurados que cantaban: «Alegraos, Reina del cielo, aquel de quien merecisteis ser madre ha resucitado, como lo dijo.» El santo pontífice añadió: «Rogad a Dios por nosotros, etc.» La peste cesó luego, y desde entonces se comenzaron a cantar las grandes letanías, todos los años, el 25 de abril. 
(Miguel Pratmans, El catecismo en ejemplos, N° 33) 

Los artistas medievales solían a veces tomar por tema de sus obras a estas sabias doncellas del Evangelio, con luz en mano, esperando al novio... 

«En una pequeña iglesia parroquial vi una vez [cuenta el escritor polaco Wincenty Pol], hace muchos años, un grupo de tales vírgenes. Con sus lámparas encendidas, participaban de una solemne celebración; fue la así llamada "Fiesta de la Cofradía Mariana de Niñas", quiere decir niñas consagradas a la Virgen María... 

Cuando la epidemia se extendía devastando las faldas de los Cárpatos, tuvo una piadosa mujer, de medio despierta medio dormida, una visión: que si todas las vírgenes en los alrededores que pertenecen a la cofradía mariana se reúnen y - vestidas de blanco - caminan alrededor con las lámparas encendidas y cantando canciones en honor a la Madre de Dios, entonces la plaga cesará. 

Así que, esta mujer, que tenía esta revelación, recorrió las aldeas circundantes y reunió a todas las niñas de la cofradía mariana, las vistió de blanco, las cubrió con una costura que significaba su pertenencia religiosa y les dio lámparas encendidas en sus manos. 

Y cuando la mujer con las niñas visitaba las aldeas y los parajes cantando en honor de la Virgen, la gente que no sabía de qué se trataba, decía a sí misma que los ángeles descendieron del cielo a la tierra para rescatar a los humanos, — y la poderosa plaga cesó. 

Desde entonces, la costumbre de esta "Fiesta de la Cofradía Mariana de Niñas" se conserva en aquella región, recordándonos a las vírgenes prudentes de las Sagradas Escrituras.» 

Fuente: ks. Józef Makłowicz, Wybór przykładów ojczystych do nauki wiary i obyczajów. Czytania religijne dla katolików, Tom 1, MIEJSCE-PIASTOWE, Nakładem autora, Tłocznia Zakładów Świętego Michała Archanioła, Lwów 1928, s. 161.