630.- ¿Cuántas cosas son necesarias para hacer una buena Comunión? - Para hacer una buena Comunión son necesarias tres cosas: 1ª., estar en gracia de Dios; 2ª., guardar el ayuno debido; 3ª., saber lo que se va a recibir y acercarse a comulgar con devoción.
Catecismo Mayor, Edición de 1973, Capítulo IV.
El milagro eucarístico permanente de Siena se manifiesta en la prodigiosa conservación —contra toda ley física, química, biológica—, de 223 hostias frágiles consagradas el 14 de agosto de 1730 en la basílica de San Francisco de Siena y en la misma noche, sacrílegamente profanadas por ladrones desconocidos, ávidos del sagrado vaso de plata que las guardaba.
Gracias a la diligentísima búsqueda realizada por las autoridades religiosas y civiles, las sagradas Partículas fueron encontradas, casualmente, la mañana del 17 de agosto en el vecino santuario de Santa María de Provenzano, donde los sacrílegos ladrones las habían echado dentro de una caja de limosnas.
Caídas en medio del polvo, de las telarañas y del dinero de la caja, fueron piadosamente recogidas, cuidadosamente examinadas y debidamente identificadas. Tributado un homenaje de adoración y reparación por el pueblo, con una solemnísima procesión, fueron llevadas a San Francisco, en una apoteosis de cantos y de oraciones.
Para satisfacer las demostraciones de fe y de amor por parte de los fieles que habían acompañado aquellas Partículas, los religiosos Menores Conventuales no las consumieron. El tiempo pasaba, pero en ellas no se apreciaba ningún signo de alteración, como se hubiera podido esperar. Evidentemente, en los designios de la Providencia, aquella sacrílega profanación debía quedar, a través de los siglos, como un apologético testimonio de la presencia real de Jesús en la Santísima Eucaristía.
Muchas veces, hombres ilustres las han examinado con los medios que el progreso ponía a su disposición, multiplicando, en el tiempo, causas y elementos que hubieran favorecido la corrupción (contactos, polvo, humedad). Pero la ciencia ha concluido siempre su examen afirmando: Las sagradas partículas están todavía frescas, intactas, físicamente incorruptas, químicamente puras, y no presentan principio alguno de corrupción.
Éste fue el veredicto de la Comisión compuesta por eminentes profesores de física, higiene, química y farmacia, que realizó el gran examen científico del 10 de junio de 1914. Constataciones directas e inmediatas se renovaron en 1922 cuando el cardenal Juan Tocci puso las Santas Formas en un cilindro de cristal puro de roca; en 1950, cuando fueron colocadas en un precioso ostensorio; en 1951, en la dolorosa circunstancia de un nuevo hecho sacrílego, en el cual los ladrones, también esta vez no identificados, rotos los sellos y tiradas las Partículas en un ángulo del plano marmóreo del Sagrario, se llevaron el cilindro de cristal con todos los anexos preciosos.
El milagro eucarístico permanente de Siena, para el cual el tiempo se ha parado, ofrece a todos —desde el más escéptico al más distraído— la posibilidad de ver con los propios ojos y de tocar con las manos una de las más grandes maravillas de Cristo sobre la tierra, ante la cual la ciencia ha doblado la frente.
El milagro que continúa, suscita en todos los hijos de Dios un deseo más ardiente del Pan vivo bajado del Cielo y un mayor amor hacia Aquel que se ha hecho nuestro compañero de viaje hasta la consumación de los siglos: por el hombre, por la vida y por la salvación del mundo.
Fuente: Fray Antonio Corredor García OFM, Prodigios eucarísticos, Apostolado Mariano, Sevilla, pgs. 87-89.
