—¿Qué efectos produce en nosotros la Santísima Eucaristía? —Los efectos principales que produce la Santísima Eucaristía en quien dignamente la recibe son estos: 1º., conserva y aumenta la vida del alma, que es la gracia, como el manjar material mantiene y aumenta la vida del cuerpo; 2º., perdona los pecados veniales y preserva de los mortales; 3º., trae consigo espiritual consolación.
(Catecismo Mayor 627, Ed. 1973)
El Real Monasterio de El Escorial se encuentra a unos 50 kilómetros de Madrid. Ahí se conserva y venera una reliquia preciosa que fue depositada en este lugar hace más de cuatro siglos. Se trata de una Sagrada Forma que se mantiene incorrupta y en la que se produjo un hecho sorprendente a mediados de 1572. Su historia resumida es la siguiente:
Eran tiempos de las guerras religiosas que mantenían los católicos frente a los protestantes en los Países Bajos. En dicho año 1572, unos herejes de la secta de los zuinglianos saquearon la catedral de Corgum, en Holanda. Eran enemigos declarados de la Sagrada Eucaristía. Después de robar las joyas y los vasos sagrados, profanaron el Sacramento del altar. Arrojaron al suelo y pisotearon la Sagrada Forma que se usaba en la exposición del Santísimo.
Los profanadores no se contentaron con tirar al suelo la Forma consagrada. Uno de ellos se atrevió a pisotearla con sus botas claveteadas. La accción malvada dejó en la Hostia tres orificios por los que brotó instantáneamente la sangre como consecuencia de esta profanación. Uno de los herejes, se supone que fue el mismo que la pisoteó, se dio cuenta del milagro. Entonces, lleno de admiración y temor, se arrepintió.
Sin embargo, no sabía qué determinación tomar. Esperó a quedarse solo para recoger la Forma del suelo. Pero, cuando intentó acercarse a ella, una fuerza misteriosa le impidió recogerla. El hombre lo interpretó como otro milagro. Entonces se fue a comunicar lo ocurrido al deán de la catedral. Éste vino al templo y, en presencia del hereje arrepentido, recogió la Sagrada Forma y la escondió para evitar nuevas profanaciones. Y ambos, de acuerdo, decidieron trasladarla a la ciudad de Malinas. El responsable del hecho se convirtió y abrazó el estado religioso, ingresando en un convento franciscano.
La Sagrada Forma conserva desde entonces las señales de la sangre que brotó en el momento del sacrilegio. Recorrió un largo peregrinaje, siempre huyendo de los enemigos de la religión católica. De Malinas fue a Amberes. Desde allí saltó la frontera belga y fue llevada a Alemania. Luego se la llevó a Viena, la capital austríaca. Más adelante se la trasladó a la ciudad de Praga, en Bohemia [actualmente la República Checa]. Y finalmente, desde este país, pasó al nuestro, a España. La trajo la marquesa de Navarrés, quien se la regaló más tarde al rey Felipe II de España. Y este monarca la depositó en el Monasterio de El Escorial.
Durante la invasión francesa, la reliquia se salvó milagrosamente de ser sacada de nuestra nación. Y también se salvó de las profanaciones religiosas que tuvieron lugar en la guerra civil española. La ocultaron, envuelta en un corporal. De ahí la sacaron intacta en el año 1939, tras la liberación de la basílica por las fuerzas nacionales.
En la actualidad la Hostia se conserva en el altar de la sacristía. Ahí se celebran, en ciertos días, actos de exposición y reserva del Santísimo, con la milagrosa Forma que se guarda en una valiosa custodia.
Cfr. Fray Antonio Corredor García OFM, Prodigios eucarísticos, Apostolado Mariano, Sevilla, págs. 71-74.