La Santísima Virgen, apareciéndose al Papa Juan XXII, le dijo que aliviaría, en el purgatorio, a los cohermanos de la Cofradía del Escapulario del Monte Carmelo, y que los sacaría del purgatorio lo antes posible, especialmente el primer sábado después de su muerte. Para beneficiarse de estas promesas, uno debe pertenecer al número de quienes visten este escapulario. Quienquiera que lo viste participa en todos los méritos de todos los asociados de la hermandad y en todos los de las dos órdenes religiosas de los padres carmelitas y monjas carmelitas.
En Otranto, una ciudad de Italia, una señora piadosa que aprendía las preciosas ventajas del escapulario marrón, se lo hizo imponer. Ella imploraba a la Virgen se le concediera la gracia de morir un sábado, para ser así liberada inmediatamente de las penas del purgatorio, merecidas por sus pecados. Unos años más tarde, cayó gravemente enferma y, a pesar de las afirmaciones de los médicos, creía que esto sería el fin de su vida. La enfermedad progresó tanto que estos médicos le dijeron que no sobreviviría el miércoles:
—Estáis equivocados —dijo—, viviré tres días más y no moriré hasta el sábado siguiente.
Esto realmente sucedió. Ella ofreció a Dios sus sufrimientos en expiación por sus pecados, luego murió. Dejó en la tierra a una niña muy piadosa, que inmediatamente se retiró a la iglesia, donde rezó por su madre. Fue visitada por un gran siervo de Dios, que vino a consolarla. Era un hombre famoso por las gracias con las que el cielo lo llenaba y por las maravillosas revelaciones:
—Detente —le dijo—, deja de llorar, y tu tristeza se convertirá en alegría. Al perder una madre aquí, has adquirido una protectora en el cielo; porque te aseguro que hoy, hoy sábado, gracias a la divina María, la persona que tanto amas salió del purgatorio y fue admitida entre los elegidos.
Es fácil recibir el Escapulario del Carmen, y llevarlo con los arreglos adecuados. Ciertamente es menos difícil que soportar los tormentos de los terribles fuegos del purgatorio.
M. -J. -S. Benoit de J., Livre d’or des âmes du purgatoire, prières et pratiques de piété les plus efficaces et les plus richement indulgenciées en faveur des âmes du purgatoire. Cent cinquante merveilleuses apparitions des âmes du purgatoire, Montreal 1925, pag. 47-48.
