Hoy he entrado en la amargura de la Pasión del Señor Jesús; sufrí sólo espiritualmente, conocí cuán horrible es el pecado. El Señor me ha revelado toda la aversión al pecado. Interiormente, en el fondo de mi alma, conocí lo terrible que es el pecado, aunque sea el más pequeño, y lo mucho que torturó el alma de Jesús. Preferiría padecer mil infiernos que cometer aún el más pequeño pecado venial.
Santa Faustina Kowalska, Diario. La Divina Misericordia en mi alma, N° 1016.
San José de Leonisa, que vivió en los años de 1556 a 1612, hizo un pacto con un compañero, llamado Jerónimo de Visso, para que éste lo avisara acerca de su suerte en el más allá. El padre Francisco de Bevagna le ordenó a fray José que le contara cómo había sucedido el asunto de la aparición de Jerónimo y asegura que le dijo:
"Mientras estaba vivo Jerónimo, éramos estudiantes, compañeros y amigos; estábamos con la curiosidad de saber algo del más allá e hicimos un pacto entre nosotros de que el primero que muriese viniese a hacer saber al otro cómo era el más allá.
Murió Jerónimo y dos o tres días después se me apareció y me dijo:
—Me he salvado por la gracia de Dios. Oh fray José, ¡qué estrictas son las cosas del otro mundo!
Y después desapareció.
El padre Francisco aclaró que la aparición fue al mediodía, cuando fray José estaba en su celda, haciendo la siesta, y que el difunto entró por la ventana y se colocó junto a la puerta. Y desde ese tiempo fray José tomó la firme resolución de salvarse".
Fuente: Ángel Peña Benito, Los santos y las almas del purgatorio, San Millán de la Cogolla 2018, p. 8.
