San Miguel es el juez de las almas, y de él reciben a nombre de Jesucristo, que tiene la verdadera judicatura sobre los vivos y los muertos, la sentencia final. —El arcángel San Miguel tiene a su cargo el patrocinio del linaje humano y la protección de la Iglesia universal.
(Fray José Coll, Clamores de ultratumba)


A fines del siglo V, apacentaba su ganado un pastor sobre la cima del monte Gargano, en el reino de Nápoles. Un día se desmandó un novillo y se introdujo en una cueva. El pastor para obligarle a que saliese de allí, le disparó una flecha, la cual retrocediendo con la misma violencia con que había sido disparada, hirió al pastor.

Quedaron sorprendidos todos los circunstantes a vista de tan asombroso suceso, cuya noticia llegó en breve a la ciudad de Siponto situada a la falda del monte.

Informado el obispo, creyó desde luego que en aquel milagro se ocultaba algún misterio. Para conocer lo que Dios quería dar a entender por aquel prodigio, ordenó un ayuno de tres días. Exhortó a los fieles a que uniesen la oración al ayuno. Pidió a Dios se dignase descubrir su voluntad.

Oyó el Señor las oraciones del santo obispo. Al cabo de los tres días, se le apareció San Miguel y le declaró ser la voluntad de Dios, que el Ángel tutelar de su Iglesia, es decir, el mismo San Miguel, fuese singularmente reverenciado en el mismo sitio donde acababa de suceder aquella maravilla, para encender y animar la devoción y confianza de los fieles, experimentando particularmente en aquel lugar los dulces efectos de su poderosa protección. 

Penetrado el obispo de los más vivos sentimientos de reconocimiento y piedad, reunió al clero y al pueblo, les declaró la visión que había tenido, y fue procesionalmente con todos al paraje mencionado.

Encontraron en él una cueva bastante capaz en forma de templo. Erigieron un altar en que celebró el señor obispo el santo sacrificio do la Misa. Después se hizo la dedicación de la iglesia con la mayor solemnidad, siendo desde entonces aquel santuario el lugar en que ha desplegado todo su amor y protección a los fieles, el glorioso Arcángel San Miguel.

Cfr. Rev. Alejo Romero, Mes de los santos ángeles, en que se exponen sus excelencias, prerrogativas y oficios, según las enseñanzas de la Sagrada Escritura, los Santos Padres y Doctores de la Iglesia, Morelia 1893, págs. 209-210.