Más satisface a la recta justicia de Dios nuestro Señor una pequeña mortificación voluntaria, sufrida por su divino amor en este mundo, que una grandísima pena forzosa en el Purgatorio; y por eso lo que a las ánimas benditas falta en voluntad actual meritoria, lo suple el Señor con la acerbidad de los tormentos. (San Buenaventura)