Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. 
(Lucas 19, 10)

Una de las secuencias de la película sobre los conquistadores del Salvaje Oeste muestra la siguiente escena:

Aquí hay un joven soldado de un destacamento estacionado en el territorio indio que ha sido sorprendido borracho no por primera vez. Después de ser llevado a la comisión penal, el coronel a cargo sondeó al culpable:

—¿Qué haré contigo? Te han pillado borracho en varias ocasiones mientras estabas de servicio, y cada vez te han castigado por ello. ¿Ahora realmente no sé qué hacer contigo?

—¿Puedo revisar el archivo de este soldado? —preguntó el joven capitán. 

El coronel lo permitió. Después de un rápido examen del expediente, el capitán anunció:

—Una cosa no se intentó con este soldado. Este soldado nunca ha sido perdonado.

Luego de unos minutos de consulta con los oficiales, el coronel se dirigió al acusado:

—Anteriormente, fuiste castigado muchas veces por tu borrachera, esta vez he decidido borrar tus delitos pasados ​​y perdonarte. Estás libre.

El culpable pareció desconfiar de las palabras del coronel. Escondió su rostro entre sus manos y salió de la habitación con paso pesado. A partir de ese momento, se convirtió en una persona completamente diferente. No sólo dejó de beber, también fue uno de los mejores y más confiables soldados. También ganó gradualmente un rango más alto.