Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado".
(Marcos 1:41)


John Newton fue un traficante de esclavos que vivió en el siglo XVII. Tenía su propio barco en el que transportaba a negros capturados engañosamente en África y los vendía como esclavos en los puertos de Europa y América.

Una noche, mientras su barco cargado de esclavos estaba en el mar, se levantó una gran tormenta. El vendaval sacudió el barco como si fuera un pequeño trozo de madera. Parecía que había llegado el último momento para el barco y sus pasajeros. 

Presa del pánico, John Newton se arrodilló en la cubierta del barco, levantó las manos y comenzó a orar en voz alta:

"Señor Dios, si nos salvas de esta terrible tormenta, te prometo que pondré fin a esta profesión pecaminosa, dejaré de ser un traficante de esclavos".


Dios respondió a la oración de Newton y el barco sobrevivió milagrosamente. John Newton también cumplió su promesa a Dios. Dejó de ser traficante de esclavos y, más aún, se convirtió en pastor y comenzó a predicar el Evangelio.

Para conmemorar su conversión, escribió la letra de la hermosa canción "Amazing Grace", muy popular en los países de habla inglesa. Las palabras de la primera estrofa son particularmente conmovedoras y se traducen libremente de la siguiente manera:

“Cuán asombrosa es la gracia de Dios que ha salvado a un desgraciado como yo. Estaba perdido y por la gracia de Dios fui encontrado. Estaba ciego y vi”.

(Rev. Roman Bendyk)