Un hombre fiel a Dios, en términos bíblicos, es alguien que demuestra su amor y obediencia a Dios a través de sus acciones y actitudes. Es un hombre que confía en Dios, lo sigue y busca agradarle en todo lo que hace. La fidelidad a Dios se manifiesta en la perseverancia en la fe, la obediencia a su palabra y la dedicación a servirle.
El Señor Dios se apareció a cierto hombre y le dijo:
—Tengo un trabajo para ti. Hay una roca frente a tu casa. Tienes que empujarla con todas tus fuerzas. Completa esta tarea con cuidado y te recompensaré.
Este hombre estaba profundamente preocupado por el mandato de Dios. Desde la mañana hasta la noche empujaba esta roca, tratando de levantarla y derribarla. El tiempo pasaba y pasaba, el esfuerzo no daba el resultado esperado. El hombre se desanimaba cada vez más. Su trabajo le parecía en vano.
El diablo notó esta frustración y trató de sembrar semillas de duda en su mente:
—¡Mira, cristiano, llevas tanto tiempo trabajando y todo es en vano! La roca está tal como está. ¡Ni siquiera se movió un milímetro! Dios exige de ti lo imposible.
El hombre empezó a ceder a la tentación de abandonar el trabajo. La tarea que Dios le había asignado realmente parecía estar más allá de las fuerzas humanas. Estos pensamientos lo hicieron sentirse aún peor. Estaba hundiéndose en la desesperación. Satanás siguió el golpe:
—Hombre, ¿por qué pierdes tanto tiempo y esfuerzo si de todos modos la tarea es imposible? Simplemente finge que estás trabajando. Hay tantas cosas agradables en la vida que puedes hacer. ¡Dios ya te olvidó hace mucho tiempo!
El hombre finalmente decidió dejar de cumplir con la tarea que Dios le había encomendado. Antes de eso, sin embargo, quiso explicarse ante su Divina Majestad porque se sentía un poco culpable. El Creador, luego de escuchar las quejas del hombre cansado, respondió a estas palabras de queja de la siguiente manera:
—Sólo te pedí que empujaras esta roca. Nunca dije que tuvieras que derrotarla. Vienes a mí agotado y me dices que has fracasado. Pero mira: tus brazos y piernas ahora están fuertes. Tienes hombros desarrollados y un pecho ancho, un cuerpo entrenado y una salud de hierro. Ahora eres trabajador y disciplinado. ¿Esto no tiene ningún valor para ti? No me digas que no has ganado nada con tu larga obediencia. Y la roca... en realidad no es un problema en absoluto. Yo mismo moveré esta roca, ahora mismo, ahora mismo, mira...