María es Madre de Cristo natural y nuestra Madre espiritual
El título de María, como Madre de la Iglesia, ha sido proclamado solemnemente el 21 de noviembre de 1964 por el papa Pablo VI en los siguientes términos: “Para gloria de la Virgen y consuelo nuestro, proclamamos a María Santísima Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el Pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los Pastores, que la llaman Madre amorosa, y queremos que de ahora en adelante sea honrada e invocada por todo el pueblo cristiano con este gratísimo título”.
Frente a una de las iglesias, un anciano se desmayó en la calle. Varias personas corrieron a ayudarlo. Uno de ellos quería llamar a una ambulancia. Sin embargo, este anciano pidió no llamar a una ambulancia, explicando que no se trataba de nada grave y que este tipo de desmayos le ocurrían con frecuencia. Todo lo que necesitan hacer es llevarlo a algún lugar donde pueda sentarse y descansar en paz.
Como la iglesia estaba más cerca, le ayudaron a entrar y lo sentaron en un banco. En ese momento se estaba rezando el rosario en la iglesia. Al finalizar el rezo del rosario, el organista entonó un canto en honor a la Santísima Madre:
„Pobre el que no te ha conocido desde su nacimiento y nunca ha oído tu nombre, pero más pobre es el que en el libertinaje de la vida se ha hecho indigno de tu mirada. Y ya borró tu nombre de su memoria y reniega vilmente a su Madre”.
Cuando el hombre llevado a la iglesia escuchó la letra de la canción, comenzó a sollozar fuertemente. Lloró tan fuerte que llamó la atención de la gente que oraba en la iglesia. Alguien se le acercó y le preguntó qué había pasado para que llorara tan fuerte. Entonces el hombre respondió:
—Era la canción favorita de mi madre y antes de morir ella me conjuró y me pidió que fuera una buena persona. Lamentablemente soy una persona muy mala y pecadora. A pesar de las peticiones de mi madre, vivía como un incrédulo, sin tener en cuenta a Dios ni a las personas. Fue la oración de mi madre la que me trajo hoy aquí a la iglesia. Cuando escuché esta canción que mi madre cantaba tantas veces, entendí que no podía seguir viviendo así, que tenía que convertirme".
La oración de la madre terrena obtuvo de la Madre celestial la gracia de la conversión de su hijo.
