Aquel de ustedes que no tenga pecado,
que arroje la primera piedra.
(Juan 8,7)
El 2 de
noviembre de 1984, Velma Barfield fue condenada a muerte en la prisión central
de Carolina del Norte. Condenada por el asesinato de cuatro personas. Fue la
primera mujer ejecutada en Estados Unidos en 22 años. Sin embargo, en el
momento de su ejecución, Velma era una persona completamente diferente de la
que había cruzado las puertas de la prisión en 1978. Durante sus seis años en
prisión, una transformación milagrosa tuvo lugar en el corazón de Velma. Ella
describe cómo se produjo esta transformación en su libro titulado "Una
mujer esperando la sentencia de muerte".
La historia de su conversión comenzó una noche
mientras lloraba en su celda de la prisión. Sollozando, se preguntó si, después
de todo lo que había hecho, el Señor Jesús podría perdonarla y amarla de nuevo.
Durante esta lucha espiritual interna ocurrió algo que más tarde le resultó
difícil describir y explicar, como ella misma lo expresó. En sus propias
palabras, ella creyó ver a Cristo hablándole:
—Sí... Yo también morí en la cruz por tus pecados.
¿Por qué no me dejas venir para darte una vida completamente nueva?
En ese momento Velma confesó todos sus pecados a
Cristo y le pidió perdón. Velma termina la descripción de este evento con las
palabras:
—Esa noche Jesús entró nuevamente en mi vida.
(Cfr. rev. Marian Bendyk, Homilías Año C, 5. dom. Cuaresma)